jueves, 15 de diciembre de 2011

Cumbre europea

Respecto a la última cumbre europea celebrada los días 9 y 10 de diciembre de este mismo año, hago una valoración tremendamente negativa porque simplemente se continúa la política de austeridad que marcan “los mercados”, es decir, el gran capital.

El principal problema que se ha puesto sobre la mesa y que tratan de resolver los dirigentes europeos es el de la deuda soberana de los diferentes países de la -supuesta- Unión Europea. Cuando el problema de la deuda soberana es infinitamente menor al problema de la deuda privada, de las grandes corporaciones y entidades financieras, que de momento han costado 1,6 billones de euros públicos que han sido inyectados a la banca europea. El fondo de rescate es de 0,4 billones de euros y, sin embargo, para aplicar dicho plan de rescate se exigen unas medidas, que afectan a la población con menos recursos, draconianas (¿vendrá el término de Draghi?), mientras que a la hora de inyectar dinero público a los bancos no se exige ninguna medida (imponer salarios máximos, exigir dar créditos con el dinero del rescate...), de hecho, se dice que existe una nacionalización de ciertos bancos que no es tal ya que la gestión y beneficios de dicho banco siguen en las mismas manos.

Se nos intenta vender (o mejor dicho, se nos vende) la idea de que el mayor problema de Europa ahora mismo es la inflación (tanto es así que en la página web del BCE, se difunden unos videos educativos para niños en los que se representa a la inflación como un gran monstruo azul que no nos permite comprar nada). Pero, ¿es la inflación el peor de los peligros que se cierne hoy en día sobre Europa? ¿Peor que el paro? Es cierto que una hiperinflación como la que existió en la Alemania del período de entreguerras sería nefasto para la economía europea, pero esta es la inflación con la que se nos asusta, que no tiene nada que ver con una inflación del 3% o 4% (el límite para el BCE es del 2%). La inflación perjudica a quien tiene ahorros y beneficia a quien tiene deudas, por eso ha sido la salida a las crisis de deuda más habitual. Pero mientras Merkel bloquee la emisión de eurobonos y el BCE no compre deuda soberana (en vez de los fondos privados de inversión) la salida de la crisis se antoja mucho más complicada. Respecto al paro, considero que es el principal problema de hoy en día (insisto, no la inflación). Sin embargo, en la declaración de siete folios que salió de la cumbre, no hay ninguna referencia al desempleo. Ni una propuesta para solucionar este drama, ni siquiera una línea o dos, ni una frase sin contenido real (de esas tan habituales en las cumbres de los dirigentes políticos). Nada. Se pone así de manifiesto cúales son las preocupaciones de la clase dirigente europea en estos momentos, plegarse a los dictados de los famosos “mercados”.

Tanto es así que Cameron, siguiendo las directrices de la City, no suscribió el acuerdo de esta cumbre. No lo suscribió porque existía la posibilidad de que se aprobase la tasa Tobin (que grava las transacciones financieras), esto hubiese sido un problema mayúsculo para uno de los mayores centros financieros del mundo (y por tanto para Gran Bretaña, ya que de ahí sale el 10% de su PIB) y es que aquí se lava dinero proveniente del tráfico de personas, de armas o de drogas y no conviene someterlo al control de Bruselas.

Para terminar, quisisera hacer referencia a un artículo de Lourdes Benería (profesora de Economía en la universidad de Cornell) y Carmen Sarasúa (profesora de Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona) publicado en el diario EL País el martes 29 de marzo de 2011 y que llevaba por nombre: Crímenes económicos contra la humanidad. El artículo comienza de la siguiente manera: “Según la Corte Penal Internacional, crimen contra la humanidad es: cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil”. No se me ocurre una mejor manera de definir los ataques que sufren estos días los distintos países de Europa a su deuda soberana por parte de los “mercados”. Hay que decir que acusar a éstos, es “quedarse en la superficie. Hay responsables y son personas e instituciones concretas”. Es muy habitual pedir responsabilidades a los científicos “naturales” o “puros” como pueden ser los médicos cuando fallan en su diagnóstico y por ello causa un perjuicio a la persona diagnosticada. ¿Por qué no sucede lo mismo con los científicos sociales? ¿Por qué no se les exige una responsabilidad ante sus diagnósticos erróneos, que son mucho más perjudiciales para un número mayor número de gente que el mal análisis que pueda hacer u médico? Considero que es fundamental poder pedir responsabilidades a los científicos sociales cuando sus diagnósticos sean erróneos, así pues, pienso que cuando se demuestre la ineficacia de la última cumbre europea (y ya están surgiendo los primeros síntomas del fracaso, como por ejemplo el hecho de que los ataques especulativos no han cesado, ni siquiera han dado un breve respiro) se debe poder juzgar a los responsables de tal fracaso.

Bibliografía:

Benería, L. y Sarasúa, C.: Crímenes económicos contra la humanidad